Estamos en pleno mes de diciembre y respiramos, como decían Willie Colón y Héctor Lavoe, Aires de navidad. El movimiento en el comercio es notorio, algunos centros comerciales se ven atiborrados de gente y la decoración imponente llena de verdes, rojos, dorados y plateados adorna almacenes, oficinas, centros comerciales, fachadas de edificios y hogares.
La navidad es la conmemoración del nacimiento de Jesús, un acontecimiento que amerita un viaje interior para hacer una reflexión profunda y entrar en comunión (común unión) con la Divinidad. Sin embargo ese significado se ha ido relegando con el paso del tiempo y el espíritu navideño ahora tiene más que ver con decoraciones pomposas llenas de luces, brillo y llamativos colores; con rumba, conciertos, corridas, remates, desfiles, licor y comida en abundancia.
La gente se prepara psicológicamente y con antelación para los excesos y sus consecuencias: subir de peso. En las fiestas de navidad no hay dieta que valga, desde el primero de diciembre huele a natilla y buñuelos, pero a medida que el mes avanza y cuando empiezan las novenas, que de paso sea dicho sirven más para darle gusto al paladar ansioso que para meditar en el nacimiento del niño Jesús, se le suma el desamargado, el arroz con leche, las hojaldras, las marranitas, los tamales, las empanadas, la morcilla, el pernil con salsa dulce, los panes de navidad, el manjarblanco, las brevas y demás.
¿Quién le habrá metido en la cabeza a la humanidad que diciembre es un mes para comer de manera desbocada? ¿Que, en esos treinta días, perdón, treinta y uno, hay que comer hasta quedar ahíto y tomar licor hasta escupir verde? No se trata de vivir para comer ni de abstención total, ese es el otro extremo, la clave del asunto es comer para vivir ¡Sí, dele a su cuerpo lo que necesita!
Recuerde que en la variedad está el placer y en la cantidad la clave para mantenerse en forma. En lugar de comer natilla hasta hastiarte, puede comprar y guardar una caja pequeña para disfrutar del tradicional postre en otra época del año ¿por qué no? ¿Qué se lo impide? Lo mejor que podemos hacer cuando se acerca la navidad es generar consciencia sobre lo que se ingiere para evitar que la época de amor y unión le sume a su cuerpo varios kilos de más, contribuya a aumentar los niveles de colesterol, ponga
el hígado graso, suba los triglicéridos por las nubes y dispare el azúcar. Eso sin contar que terminado el mes deberá producir más para luego comprar los planes o productos milagrosos que lo ponen en forma. Quienes están es este tipo de mercado saben que “hacen su agosto” en enero y hasta en el resto del año porque posiblemente para bajar esos kilos que ganó en diciembre necesite varios meses de inversión.
Para evitar esos resultados hay tres cosas claves: Erradicar de la programación mental la creencia que dicta que en diciembre los excesos están permitidos, trabajar en las emociones y desarrollar hábitos saludables para promover la salud y prevenir la enfermedad. Pero como esto es un proceso y estamos sobre el tiempo, es decir, en diciembre, tenga en cuenta las siguientes recomendaciones:
- Es preferible que cuando tenga una invitación coma en su casa, antes de salir, algo saludable.
- Recuerde beber agua, lo que le corresponda según su cuerpo, distribuido durante el día.
- Cuando vea la mesa de los postres, escoja aquel que más desea y en lugar de engullirlo, deléitese con él. Mastíquelo suavemente, páselo por toda la lengua, respira calmadamente mientras lo traga. Procure identificar el sabor de los ingredientes.
- Si desea comer de otros postres, hágalo, en porciones pequeñas y dedicándole tiempo a disfrutarlo.
- Cuando quiera repetir, beba un vaso grande de agua (12 onzas) y espere diez minutos antes volver a comer.
- En caso de que se exceda comiendo dulces o carbohidratos aún hay algo que puede hacer: Disuelva dos cucharadas de vinagre de manzana (el que trae la madre adentro) en un vaso con agua y bébala inmediatamente después de excederse.
- Aplique los mismos pasos para los platos de sal, si le parece que está muy rico y quiere más, puede optar por empacar esa porción adicional para comerla al día siguiente.
- Procure comer de tres a cinco porciones de frutas y verduras durante el día.
- Retese así mismo, entre más coma haga más ejercicio, sobre todo aumente la intensidad porque de nada le sirve una hora de caminata a paso lento o parejo.
Recuerde que su cuerpo es su mayor activo y mientras pueda prevenir evitará reparaciones que le pueden salir muy costosas. Grábese esto, ¡la salud no tiene precio! Y ser saludable le permite disfrutar a plenitud de la vida y de los manjares que hay, la clave es una: Mantenga el punto de equilibrio durante los doce meses del año, su cuerpo se lo agradecerá.
Adriana Solano